Ustedes disculparán el evidente hecho de que las actualizaciones de este espacio se han vuelto espaciadas en demasía. No piense usted, amable lector, que esto se debe a la desidia o la falta de interés, nada más alejado esto de la realidad. La verdad es que el trabajo, esto es, las obligaciones profesionales, mismas que no le restan pasión a las esporádicas contribuciones en este espacio, no nos han permitido presentar una contribución digna de nuestros amables lectores. Además se nos cruzó el verano (afortunadamente periodo que nos llevó a tierras más calurosas). Bueno, excusas y pretextos no faltarán jamás. Menos palabrería y más contribución. Seré breve pero....como decirlo....contundente. Masivo, si usted me lo permite.
En Europa estamos sometidos a los caprichos del mercado. No me refiero al cambiario, alejado física y monetariamente del que esto escribe. Me refiero al supermercado. A veces uno corre con suerte y puede encontrar, a apetecibles precios, unos humildes aguacates, tan abundantes y sabrosos en la tierra natal. Pero la norma es: producto importado es caro y poco satisfactorio.
Es por esto que mi mayor alegría se dio hace ya algunas semanas cuando nuestra Carina Maluca, volviendo del Brasil, nos dejó sobre la mesa tamaños aguacates cortesía de Doña Socorro...
vea usted que chulada de fruta.


¿Curioso? Pues a viajar al Brasil.

P.D. Pesó 1.2 Kgs.